EXPRESIONES DE LA INDIFERENCIA
Francisco Urrea Pérez
Por entre la bulla citadina
se esparce el silencio de los Callegínenas.
Arrastrando su existencia,
bajo el alto techo y con la intemperie a bordo
Transitan su indigencia.
Habitan las calles, están de paso, o de muerte en ellas.
Chupan su vicio y el vicio se los chupa.
El hambre y la sed los acompañan.
Saben que sobran.
Viven con la esperanza de que nos los ignoren,
porque la INDEFERENCIA duele y los calcina.
DESENCUENTRO
Francisco Urrea Pérez
Bajo el licor y los narcóticos
deambuló por sobre las artes
los sentimientos y las calles.
Jamás cobró su uso de razón.
Desde la cuna supo de soledades
de ajenas caricias
y de la compañía de sus propias lágrimas.
Por eso siempre le cantó a su tragedia
con su voz desnuda
bajo un cielo ebrio de mortajas.
EL VIAJE
Francisco Urrea Pérez
Esquiando por sobre las drogas
viajas al cosmos del infierno.
La fantasía te devora.
No volverás.
Huyes del paraíso buscando el paraíso.
Con la nieve de la coca se va tu mundo.
Es tu gran final.
A MI MISMO, NO ME EXTRAÑO.
Francisco Urrea Pérez
Los días se viven, se anudan y se suceden, hasta que no se viven más. Llego desandado de no sé dónde; me aposento en el césped de un mundo loco y me marcho por el viejo camino. No me percato de mi partida hasta que ya no estoy. Soy andante y rodante como los días, y esos días, pasan y pasan sin cesar. No me extraño a mí mismo. Vivo al golpe de los días, al galope de los años y con la maña de las horas, empollando la eternidad.
HABITANTE DE CALLE.
FRANCISCO URREA PÉREZ
La vida es un atardecer temprano, dilatado, despiadado.
Es un álbum de crepúsculos melancólicos.
Un existir sin huella con una esperanza en bancarrota.
Un habitar las calles bajo ese espectáculo mágico de esas mismas calles que cambian con las horas.
Hay recuerdos, quizá una lágrima que lo albergue y un, también fui amado, y sigo siendo humano.
MIRADA ERRANTE
Francisco Urrea Pérez
Es la corriente del río ya seco donde se lava el alma
Tenebrosa sequía que calcina toda esperanza
Aúlla allí, la mirada errante.
NO ME IGNORES
Francisco Urrea Pérez
Mis pies están descalzos, tan descalzos como mi ilusión.
Mírame y dame aunque sea tu harapienta sonrisa.
DIGNIDAD
Francisco Urrea Pérez
Con la edad sin viento
habito la edad postrera
digno de mi indigencia
y orgulloso de no esconderla.
Trituro el tiempo
y me regocijo en éste quicio
de espaldas a la puerta que me esquiva.
RESONANCIAS
Francisco Urrea Pérez
Por allá, donde taladra el alma.
Se vierten imágenes, voces, olores y sabores, todos gratos.
Ése aroma de café recién hecho y luego, ésa dulce voz, que llama al desayuno, al almuerzo o a la cena.
Son ecos desconsolados que se explayan en la desesperanza y se nutren con el hambre y la miseria.
PASAN
Francisco Urrea Pérez
Tengo el hambre herida de pan y muerte.
Mi hambre tiene sed y mi sed hurga en el piso frío una limosna.
Los humanos pasan y como inhumanos pasan.
ELEGÍA.
Francisco Urrea Pérez
Desdeñaba el cariño y lo sofocaba.
Tenía un techo con hoguera humana y quería incendiarla.
Tras las persianas, sentía el llanto de los que me amaban.
Sí me lo dijeron.
Oí, una y ene mil veces, que me amaban.
Yo quería la calle y la calle me quería.
Con honor, pretendía ser libre y trotamundos.
Seguir al viento.
Y el viento golpeó mi libertad hasta matarla.
¿QUÉ DIRÁN ESTAS CALLES DEL AMOR?
Francisco Urrea Pérez
¿Y, tú que dirás, mujer de mis abismos?
El amor es frágil y pasa como las brumas por sobre las calles húmedas y escuetas.
Alguna vez, tomados de la alegría y vestidos de pasos ebrios, bajo un poema, por estas calles nos besamos.
ME LLAMAN
Francisco Urrea Pérez
Son unas voces que vienen de adentro.
Ecos, cantos, susurros.
Verbitos de arena solazándose sobre una playa lúcida camino de la esquizofrenia.
Tal vez sea que mi voz de arena,
es una piedra que me parte la existencia.
ABRAZO DE CALLE.
Francisco Urrea Pérez
Cerrar bien el puño para golpear la existencia. Esa vida que llevo sin ti y sin mí.
Mi golpe cual badajo es una campanada, un tañer para quien no me puede escuchar, tú.
Mi mano cerrada es un manto dentro del cual te abrigo para que de mi memoria no te mueras.
No quiero olvidarte. No puedo olvidarte. De mí ya me olvidé.
Solo me quedas tú y a ti me abrazo. Abrázame fuerte, calle mía, calle amiga, siempre tú.
ANDRAJOS.
Francisco Urreas Pérez
Es su sombra hecha jirones lo que guardan sus harapos
Atuendos corroídos por otras pieles y otras fantasías.
Se arrastran por las calles, hacia sí, sin más,
como desgarrando vidas para tejer andrajos.
CRUDEZA
Francisco Urrea Pérez
Andaduras pedantes en el juego sucio de la vida, convertidas en pasos heridos por la indigencia.
Pasos que otros olvidaron, que los propios botaron y los transeúntes consideran de su no incumbencia.
Son los pasos tirados en la calle, que solo tienen la calle por verdugo y la calle por compañera.
MIRADAS.
Francisco Urrea Pérez
Me cubriré con ésa mirada que me desviste, e intercambiaremos ascos.
El que te produzco y el que me produces.
Cada uno en su orilla y por el medio, cada cual con lo vive.
No tenemos que entendernos y a DIOS no lo metamos en éste pleito.
Sin dejar de lado a los políticos, a los clérigos y a los revolucionarios; ateos devorando ateos y creyentes devorando creyentes, en fin, humanos devorando humanos, si es que en verdad nos podemos llamar humanos.
DESPEÑADOS
Francisco Urrea Pérez
Se van desgraciando como un globo incendiado, después de fumarse las lunas y los estíos.
Sedientos de casi todo y plenos de vagas espesuras, dejan su piel a la intemperie sobre el vasto hormigón, con sus almas raídas por el desprecio.
Se desploman lentos y nauseabundos camino de la morgue.
CALLE Y POSADA.
Francisco Urrea Pérez
La calle es un albergue y también está de paso.
Tiene callejos agujeros en vez de puertas y ventanas.
Neblinas por sábanas.
Duros y alargados tálamos de asfaltos y hormigones.
Faroles fríos, distantes, tristes, de indescifrables miradas.
La calle hospeda mientras sale el alba, sabe que es calle y no morada.
A CONTRAMANO
Francisco Urrea Pérez
Gustoso seria mi propio buitre una vez que me abrace La Dama Altiva.
Devorar mis entrañas, antes que diseccionen mi cadáver, ésos con licencia para profanar humanidades y descuartizar con sierra y bisturí a los muertos.
Pero que ésos asesinos de bata blanca, también tiemblen… Con el mismo bisturí y la sierra que descuartizares, con ése bisturí y con ésa misma sierra seréis descuartizados.