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Al hidalgo olvido
Francisco Urrea Pérez
Francisco
Urrea Pérez
Pega fuerte el viento, aquí arriba.
Tras el cristal, sonrío y observo la ciudad de mis afectos, de pasos
repetidos por sus calles amigas.
Allá abajo me veo, siempre con prisa,
con mi portafolio, mi traje formal y mi corbata,
haciéndome a la ciudad entre mis sueños y mis soles, ganándome los años con la
alegría de niño viejo.
En realidad no tengo prisa, es mi labor
quien tiene sus afanes.
Los cerros orientales puedo tocarlos al
extender mis brazos, están ahí, a mi alcance.
Y al occidente, una planicie llena de
geometrías de hormigones, de vertientes avenidas y del infinito a flor de rascacielos.
Se deja oír el viento. Es el ventarrón
de todo el día y de todos los días.
He llegado al final. Y desde la calle, miro para arriba y no me encuentro.
Mi traje es casual, el viento acaricia mi rostro y tras el
cristal de mis lentes, la calle siendo la misma calle, es otra; es la calle que tolera mis pasos, que se traga mis otros pasos y olvida los
pasos de mis afectos.
Francisco
Urrea Pérez
¿Y, tú que
dirás, mujer de mis abismos?
El amor es
frágil y pasa como las brumas en la alta madrugada
por sobre las calles húmedas y escuetas.
por sobre las calles húmedas y escuetas.
EUFORIA
Francisco Urrea Pérez
Alguna vez tomados de
la alegría y con el corazón rugiendo, bajo la pupila de absortos rascacielos, por estas calles nos vimos pasar.
COINCIDENCIA
Francisco Urrea Pérez
interrumpiste
mi improvisado
juego "de ruleta rusa"
En esa playa
del Atlántico
y en ésta mar
citadina
la única gaviota
eres tú.
Precisamente
estaba buscándote
en los acantilados
de un tambor.
Francisco Urrea Pérez
Y el discurso
desgaja silencios
donde la lujuria
nos ahoga
en el remolino
de lo sublime.
Francisco Urrea Pérez
En voz baja
hablan de mi locura,
no los escucho,
lo intuyo.
Tan engañados están
como los gorriones
en un eclipse pleno
de sol.
PARTIDA
Francisco Urrea Pérez
se diluye en su propio ocaso
y la vida no cede.
Se obstina
en descorrer andares
ante la entrada sutil
de la dama altiva.
Mientras el dolor te invade
soportas lo que ya no puedes.
Tus hálitos son cometas que remontan
las infinitudes
perdidas.
Quisiera desollar la existencia.
Mis caricias, lastiman.
Solo mi voz abriga tu partida.
Se despeñan mis mares
sobre tu fino lienzo.
LA OFRENDA
Francisco Urrea Pérez
llevarte éstas flores amarillas.
Tal vez las begonias
mis preferidas
estén celosas
por no haberlas elegido
como portadoras de mi afecto.
O las orquídeas
se sientan relegadas
por significar ellas que
siendo las más hermosas
necesitan de otro ser
para vivir
al igual que yo de ti.
Cuando partiste
retiré la batería del reloj
para congelar tu tiempo.
Desde entonces
lapida mi existencia
con un nuevo amanecer.
Ahora para congelar
mi tiempo
y llevarte las rosas
permitiré al fuego
devorar mis orquídeas
y ofrendaré las begonias
al “Astro Rey”
MI DULCE TEMPLARIA
Francisco Urrea Pérez
tomaste mi existencia
recorriste mi cuerpo
perforaste mi afecto
y te colaste en mi alma.
¿Acaso no sabías
de mi devoción por ti?
Soy tu eterno peregrino.
PEREGRINO
Francisco Urrea Pérez
Quién sabe cuando
nos volveremos a ver.
¿Acaso es esta
una muerte súbita?
Por tu vida
estoy de paso.
Cifraste mi existencia
sin hacerme tu esclavo
pero me debo a ti.
DESVELO
Francisco Urrea Pérez
La noche se cobija
con el fulgor
de nuestra luna
y por sus agujeros
se filtran las estrellas.
Tu recuerdo la atormenta
por eso no puedo
hallarte en mi penumbra.
Entre gélidas nubes
retoza alocada
tu silueta.
TRAS LA NIEBLA
Francisco Urrea Pérez
Mientras
el mármol
me recibe
y nuestro afecto
se mantenga
viviremos
sin tiempo
unidos
en las tinieblas
y ante
los circunstantes
en afelio.
CANDELARIA
Francisco Urrea Pérez
calles
de candelas
extintas
penetran
mis pasiones
en la vieja morada
de tu corazón
ajeno.
Tienes miedo
de avivar
la flama.
Te aterran
las cenizas
por las que
caminas.
CORCEL
Francisco Urrea Pérez
Salvaje
brioso rebelde
te impuse mi voluntad.
Te creí domado.
Pero un día
regresaste a tu manada
y no fuiste “príncipe”
ni yo tu amo.
Eras libertad.
FUEGO FATUO
Francisco Urrea Pérez
Al hidalgo olvido
escucho sin reproche
como soporto
mi existencia.
VACÍO
Francisco Urrea Pérez
a tu sepulcro
no a visitarte
sino a encontrarme
en tu recuerdo.
Francisco Urrea Pérez
Sé que afuera
está la muerte.
¿Acaso es hora
de morir?
No. También
en el patio
flirtea la vida.
¿Qué me impide
vivir?
COCTEL
Francisco Urrea Pérez
con risas y lágrimas
el facineroso olvido
se abraza con el
fantasma del retorno
en ese mágico
instante de partir.
MUJER
Francisco Urrea Pérez
con mil defectos más.
Sólo con tu ayuda
encontraré
el equilibrio.
Sin ti, no hay vida,
ni futuro, ni nada.
Soy, porque
me encontraste
o te encontré,
qué más da.
Guíame, ayúdame
a ser humilde;
la soberbia me ha
hecho cometer errores.
en mi loco afán
de estar contigo
y retenerte.
¿Cómo no confiar
en tu acertado criterio
y aplomado juicio?
Te adoro. Discúlpame,
porque impenitente
actúo contra el amor
y contra ti.
lo cobija todo,
incluyendo
el arrepentimiento
que nunca conocí.
Te entrego mi vida,
si no la aceptas
de todas maneras
te la otorgo.
No viviré
para nadie más.
sólo para ti,
porque nadie
me ha hecho vivir,
sólo tú y lo sabes.
PROVIDENCIA
Francisco Urrea Pérez
acompaña al condenado
cuando ignaro
disfruta en desmemoria
el instante atómico
de su holocausto.
ARENAL.
Francisco Urrea Pérez
la música febril
de los orgasmos
con el eco
de iracundo manantial.
Aleve
fecundas mi existencia
cuando deshollejas
la esperanza
en tus cómplices deleites.
BAJO EL PUENTE
Francisco Urrea Pérez
Calla el río.
Se detiene
al contacto
de tus plantas.
Te invade
y se evapora
en tu cuerpo.
bajo el faro
perturbas la mar.
ENCUENTRO
Francisco Urrea Pérez
En la calle desierta
permanece
encendida tu ventana
desnuda te sorprendes
mirándote en mis ojos.
BUEN VIENTO Y BUENA MAR
Francisco Urrea Pérez
El dolor
enardecido de afecto
se extingue a sí mismo
como el fuego
cuando ya no hay que devorar
no temas
tras el arco iris
vendrán otras pasiones
es mi corazón
paraje de aves solariegas
que migran sin cesar.
HADO
Francisco Urrea Pérez
Te quiero
cubierta por el sol
no con los trajes
con que te sirves
del mundo.
INDIFERENCIA
Francisco Urrea Pérez
Sabes
tu distancia
y el silencio
no delata
si me amas
o me olvidas.
EN ESTE INSTANTE
Francisco Urrea Pérez
No quiero
copia de tu rostro
ni tu corazón inhóspito
ni tu silueta en mi sombra
ni tu voz en mi alma
quiero
tu piel ruborizada
en la tea
de nuestro aliento.
VELERO DE NOSTALGIA
Francisco Urrea Pérez
Encuentro en tu mirada
el canto de mi esperanza
cuando sin saberte
dibujaba arenales.
Undívago a tus aguas
vengo a morir.
NO ES TU CULPA
Francisco Urrea Pérez
¿Acaso pueden
más los dogmas
esgrimidos
en tu nombre
por tus ministros
que el amor?
Estos me excluyeron
de tu cenobio
y ahora me condenan
al infierno
en éste tu paraíso.
Ella
hoy se marcha
huyendo del pecado
Yo
con el corazón
de arena
regreso a tu jardín.
Señor.
FRENESÍ
Francisco Urrea Pérez
Inmerso en cavilaciones
divago sin encontrarme.
Mi mente y cuerpo
buscan mi alma en tu cosmos.
Encandilado por tu absoluto
floto entre cometas.
GALEÓN
Francisco Urrea Pérez
Es gendarme
de nuestro tesoro
la mudez de tu sonrisa
donde buceo
hasta ahogarme
en noches de tormenta.
UNIÓN PARA UNA AVENTURA
Francisco Urrea Pérez
Arribamos posesos
a bordo del silencio.
Ajenos
nos invadimos
sin fronteras.
No somos
pecado original.
RASTROS
Francisco Urrea Pérez
Las huellas del camino
en tu rostro
del destino en tu mirar
y como polen
tus pasos
cubrirán las cuencas
donde hoy floreces.
FANTASMA
No soy
quien se mira
en el espejo
es mi tiempo
quien se refleja
en mi rostro
fustigado
por mi existencia.
Francisco Urrea Pérez
A ritmo de crótalo
el fuego
beberá sinovia
y en su crepitar,
descorrerá
los pasos
de mi existencia.
VÉRTIGO
Cual sedal
tu mirar sedicioso
me atrapa con vesania
entre tus acantilados
y volcanes.
CAMINANTA
Vienes
de lejanos pasos
con gentiles pechos
a deshojar tus gracias
sobre mis barbas
y me dejas
con tu pomposo andar.
VIAJERO
Francisco Urrea Pérez
Se agota el
camino,
y es probable
que este último segmento
apenas si lo
alcance a recorrer.
La soledad no
fue, ni es asunto de mi incumbencia.
Ahí estás tú.
Siempre paseándote sobre mis barbas.
Brindándome el
afecto y la alegría de las piedras.
No sé de tu
camino. Sé de tus pasos en el mío.
Y ahí vas. Horadando mis huellas.